1976: El año más violento en la historia de Culiacán
jueves, 16 de septiembre de 2021
1976: El año más violento en la historia de Culiacán
 

 

 

El año más violento en la historia de Culiacán no fue 2008, cuando tras la captura de Alfredo Beltrán Leyva, alias “El Mochomo”, en la colonia Burócrata, se produjo un rompimiento entre las distintas facciones del Cártel de Sinaloa. Tampoco 2017, cuando la guerra entre “Los Chapitos” y “Los Damasos” bañó de sangre las colonias de la capital sinaloense y de la sindicatura de Eldorado.

 

 

Fue durante el año de 1976, antes del inicio de la Operación Cóndor, cuando Culiacán registró la tasa de homicidios más elevada. Ese año se documentaron 543 asesinatos vinculados con el tráfico de drogas en Culiacán. A mediados de la década de los 70, en la ciudad vivían alrededor de 250 mil personas, lo que en términos porcentuales equivale a una tasa de 217.2 homicidios por cada cien mil habitantes.

 

 

“En la historia narcótica de México esta inusitada cifra solo es superada por el drama de la violencia en Ciudad Juárez en 2010, cuando los asesinatos ascendieron a 224 homicidios por cada cien mil personas, sin desagregar los que estaban relacionados con el narco y los que no. Es decir, el infierno culichi de 1976 fue realmente un evento histórico”, señala el periodista e historiador mazatleco Froylán Enciso.

 

 

Este “clima de guerra civil incontrolable entre narcos” que vivía la capital sinaloense a mediados de los setenta fue “la primera gran guerra del narcotráfico sinaloense” y está directamente vinculado con dos fenómenos: el desmantelamiento a inicios de la década de la llamada Conexión Francesa y el surgimiento de nuevos narcotraficantes que comenzaron a pulular en Sinaloa, desconectados de las familias que hasta entonces tradicionalmente habían controlado la producción y distribución de enervantes.

 

 

“Para terminar de entender por qué había tantos nuevos narcotraficantes era necesario tomar en cuenta cómo se habían movido los precios durante esas fechas. De 1975 a 1976 el precio de un kilo de heroína refinada en cualquier laboratorio clandestino de Culiacán pasó de 500 mil a un millón y medio de pesos en el mercado estadounidense […] la triplicación del precio de la heroína sinaloense se relacionó con el desmantelamiento de rutas de tráfico de heroína turca vía Francia a comienzos de la década de 1979”, señala Enciso en su libro Nuestra Histórica Narcótica (Ed. Debate).

 

 

La llamada Conexión Francesa surgió a inicios de los años 60 para introducir a Estados Unidos heroína producida en Turquía a través de Francia. Estaba dirigida por los mafiosos italoamericanos y judios Lucky Luciano, Antoine Guérini, Salvatore Greco y Meyer Lansky.

 

 

Informes de las autoridades estadounidenses señalaban que cada año entraban a Estados Unidos procedente de Francia entre 1200 y 2300 kilos de heroína. Francia se convirtió en el principal proveedor de esta droga ya que suministraba el 85% de la demanda. En 1971, el gobierno de Richard Nixon logró que Turquía prohibiera completamente la producción de opio. Ese mismo año, agentes estadounidenses en colaboración con la policía francesa lograron detener alrededor de 3 mil traficantes, desmantelar decenas de laboratorios y destapar una enorme trama de corrupción en la policía del Departamento de Nueva York, cuyos agentes estaban vinculados con los capos.

 

 

A medicados de los años 70 la Conexión Francesa estaba desmantelada y fue entonces que la heroína producida en el Triángulo Dorado -sierra de Sinaloa, Chihuahua y Durango- reemplazó a gran escala al opio turco. Este incremento en la demanda elevó los precios, multiplicó el número de campesinos y trabajadores de la sierra de Sinaloa que se dedicaban al cultivo de la adormidera y la procesaban para convertirla en heroína y aumentó la corrupción entre policías, militares, políticos y empresarios que formaban parte de la cadena del negocio.

 

 

“Los narcotraficantes sinaloenses empezaron a recibir armas estadounidenses como parte de sus pagos. Las armas llegaban por los mismos medios que usaban para transportar drogas al norte, solo que en sentido contrario. Por agua, usaban barcas de pesca que interceptaban a bardos mercantes que recibían las drogas y entregaban armas y dinero en altamar. Mientras que por tierra usaban toda clase de vehículos, el medio más utilizado durante aquellos años sin duda fue el transporte aéreo: desde la década de 1940 había pistas de aterrizaje en todo Sinaloa que se conectaban con otras pistas clandestinas que abrían camino hacia Estados Unidos”.

 

 

Empresarios de la época entrevistados por el periodista Ricardo Urioste, enviado desde la Ciudad de México por El Sol de México para hacer un reportaje sobre la violencia en Culiacán, decían que todo se debía a la fragmentación del mercado de drogas, que el problema se había agravado por el muerte de los antiguos “padrinos” del narco como Modesto Osuna, capo del sur del estado, padrino de Juan Manuel Salcido Uzeta, “El Cochiloco”.

 

 

“Para los empresarios sinaloenses, todo se explicaba como un asunto de competencia: se había facilitado la entrada a punta de balazos de nuevas familias y emprendedores que buscaban redistribuir los beneficios del negocio. En el pasado, según ellos, todo se resolvía mediante el acuerdo de ocho familias que controlaban el tráfico de drogas. Las grandes familias del narco sinaloense tenían todo lo que se pudiera ofrecer para que las transacciones se realizaran en paz: sanatorios clandestinos, abogados y ejércitos hasta de 100 hombres armados con cuernos de chivo, M16 y M18”, señala Enciso.

 

 

 

Sin embargo, aclara, dichas conjeturas dejan de lado la influencia de los operativos como el que desmanteló la Conexión Francesa, no consideran el hecho de que más que una fractura del mercado, se estaba viviendo un aumento de las ganancias y la militarización del negocio de las drogas debido a presiones internacionales.

 

 

Apenas unos días después de que concluyera el año más violento en la historia narca de Culiacán, inició en la sierra de Sinaloa la Operación Cóndor para detener la producción de enervantes que, de acuerdo con el investigador Juan Antonio Fernández en su ensayo La Operación Cóndor en los Altos de Sinaloa, dejaba ganancias  por diez mil millones de pesos, en contraste con la producción agrícola en el Valle de Culiacán que en 1976 generaría ingresos por cinco mil millones de pesos, lo que implicaba una diferencia del doscientos por ciento.

 

Fue en enero de 1977 cuando se inició oficialmente la Operación Cóndor, al mando de la cual se encontraban el General Hernández Toledo, por parte del ejército y Carlos Aguilar Garza por la PGR. El entonces gobernador de Sinaloa, Alfonso Calderón, afirmaba: “Se quitará de encima una lacra social que veníamos padeciendo y que por negligencia fue creciendo, Se trata de erradicar los sembradíos de mariguana y adormidera y consecuentemente la ola de criminalidad, que por muchos años ha deformado la imagen turística y hospitalaria de Sinaloa. La Operación Cóndor contra el narcotráfico será reforzada con tres mil soldados más, que arribarán a este puerto en las próximas veinticuatro horas […] en la segunda etapa de la operación toda la región serrana de Sinaloa será cubierto por los soldados. Serán arraigados por tiempo indefinido y habilitados por aire y tierra para establecer un acoso constante contra los sembradores de mariguana y amapola”.

 

 

Lo que en realidad sucedió fue que se arrasaron pueblos enteros que generaron un éxodo involuntario de miles de pobladores de las comunidades serranas hacia las zonas urbanas, pueblos incendiados, mujeres violadas, hombres asesinados de manera extrajudicial, plantíos de marihuana y amapola destruidos con herbicidas usados de manera experimental y cientos de campesinos y pobladores detenidos y encarcelados de manera totalmente arbitaria. De acuerdo con algunas estimaciones, hasta 10 mil personas salieron huyendo de la sierra hacia los centros urbanos, principalmente a Culiacán, en tanto que los verdaderos líderes que controlaban el tráfico huyeron hacia Guadalajara donde más tarde formarían el que es considerado el primer gran cartel del narco en México.

 


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