Deprimera Internacional | Eduardo Rivadeneyra Núñez.
Seguramente esta próxima Navidad será feliz para algunos, como el más exitoso traficante de cocaína del que se tiene registro y no es el Chapo ni el Mayo ni el Señor de los Cielos ni García Luna ni siquiera el famoso Pablo Escobar. Se trata de Juan Orlando Hernández (JOH), a quien se juzgó por tráfico de armas y drogas en Estados Unidos, país al que introdujo más de 500 mil kilogramos de cocaína.
JOH, como se le conoce, fue presidente de Honduras por dos términos consecutivos, de 2014 a 2022. Sin embargo, al terminar su mandato fue arrestado y extraditado a solicitud del gobierno estadounidense para ser juzgado como cabeza de una organización criminal con más de 20 años de actividad. En 2024 se le encontró culpable y fue sentenciado a 45 años de cárcel.
Sin embargo, seguramente pasará una Navidad muy feliz pues hace unos días fue indultado por el presidente Donald Trump y hoy ya se encuentra en libertad, agradeciendo al magnánimo mandatario por su compasión hacia él y por haberlo perdonado a pesar de la lucha contra las drogas que el gobierno de Estados Unidos libra en otros territorios de América Latina.
Otros no la pasarán bien, como los inmigrantes que fueron separados de sus familias y se encuentran en los centros de detención de la agencia de Seguridad en Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Ni aquellas familias que se esfuerzan por reconstruir su vida, sus casas y a sí mismas en la franja de Gaza, donde siguen siendo hostigadas a pesar de un supuesto tratado de paz entre los dirigentes palestinos y el gobierno de Israel. Será triste también la Navidad de las familias que perdieron a padres, hijos o hermanos en los ataques de la Marina de Estados Unidos contra lanchas de bajo calado en aguas del Caribe.
Y parece que ese mismo caso, el de las lanchas atacadas sin que hasta ahora se haya justificado la agresión, será además motivo para que la Nochebuena tampoco sea de paz y quietud para el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, luego de que el Congreso iniciara una investigación sobre la posible ilegalidad de esos ataques que podrían, incluso, caer en la categoría de crímenes de guerra.
La investigación encontró que en el caso de la primera lancha hubo dos disparos, el primero destruyó la lancha, pero se observó que había dos sobrevivientes tratando de mantenerse a flote aferrados de los escombros. Hubo entonces un segundo disparo porque la orden era que no hubiera sobrevivientes, lo que es ilegal para las leyes militares de Estados Unidos y para la normatividad internacional.
Al respecto, Hegseth, quien se desempeñaba como locutor de la cadena Fox cuando Trump lo nombró secretario de Defensa, evadió cualquier responsabilidad y se limitó a decir que respalda por completo las decisiones que hayan tomado los funcionarios militares encargados de la operación, con lo que desvía la probable responsabilidad hacia los oficiales de la marina que al parecer seguían sus órdenes.