La madrugada del viernes 22 de marzo pasado, un operativo coordinado presuntamente por grupos armados vinculados con Los Chapitos, comenzó a privar de la libertad a familias enteras en la zona rural de Culiacán y el casco urbano de la ciudad, en trabajos de campo, la prensa confirmó que eran al menos 39 personas pertenecientes a 11 familias, entre las cuales estaban niños, niñas y adultos mayores. Tan pronto como fue abordado por los medios, el gobernador Rubén Rocha Moya intentó minimizar el tamaño del drama, al declarar que “son cosas que pasan”, dándole carta de naturalidad a los hechos violentos que marcaron la vida de estas personas, todo esto en medio de un proceso electoral en donde la sombra del miedo comienza a causar estragos en la población.

Por Redacción Deprimera Noticias.

A partir de las cuatro de la madrugada del viernes 22 de marzo, un día después de que grupos armados se enfrentaron en plena sierra de Badiraguato, comandos comenzaron a incursionar en dos comunidades de las afueras de la capital; los primeros reportes llegaron desde la comunidad de La Noria, en la sindicatura de Imala. Allí, 15 personas indefensas, junto con niños y niñas, fueron plagiadas por los sicarios, entre gritos que nunca nadie atendió. Casi al mismo tiempo, otras familias fueron secuestradas en el sector Villa Bonita y conforme fueron pasando los minutos, las llamadas al servicio de emergencia 911 se multiplicaron.

En total fueron siete reportes, además de Imala, también los grupos armados fueron al ejido Plan de Oriente rumbo a Sanalona, y los sucesos se confirmaron por el fraccionamiento Los Ángeles, Industrial Palmito y el residencial Belcantto.

Incluso, a eso de las diez de la mañana, cuando ya la noticia había llegado a los medios, otras familias estaban realizando los últimos reportes de levantones. Contra toda la marabunta informativa, las primeras declaraciones del gobernador Rubén Rocha Moya y de su secretario de Seguridad, el general en retiro Gerardo Mérida Sánchez, fue de intentar minimizar la gravedad de los que estaba en curso.

“Son cosas que pasan”, dijo Rocha Moya al acudir a Altata al dar el banderazo y al recomendar a las familias que salgan a divertirse en estas vacaciones, pues si hasta los israelíes que se encuentran en guerra, también así van a la playa.

Rocha se negó a dar más detalles, volvió a confrontarse con la prensa, por hacer escándalo de los levantones multitudinarios y trataba de negar que fueran tantos, pues a mediodía no se tenía un número exacto de víctimas, de hablaba de entre 30 y 50 personas.

Por su parte, Mérida Sánchez habló de 15 personas levantadas. En esa sintonía quedó el Vicefiscal General, Dámaso Saavedra, quien salió al paso en la ausencia de la fiscal Sara Bruna Quiñones, quien ni asomó la cabeza en toda la jornada de inseguridad que se vivió desde el jueves hasta el domingo.

DETRÁS DEL TERROR

Pero el tamaño del drama no pudo ser ocultado. La noticia escaló a nivel internacional, en la cuna del Cártel de Sinaloa, presuntamente comandos de los hijos de El Chapo secuestraron a decenas de personas, frente a una autoridad omisa e indolente que permitió el actuar con libertad e impunidad a decenas de sicarios que se movieron en camionetas por un amplio radio de la capital “sin ser molestados”.

De acuerdo con informes extraoficiales, se trató de una represalia luego del asesinato de al menos tres hombres en las inmediaciones de San José del Llano, Badiraguato, hechos ocurridos el jueves. Los crímenes fueron atribuidos a Aureliano Guzmán Loera, El Guano.

En el lugar quedó una camioneta baleada y calcinada, así como dos cuerpos decapitados y otro más carbonizado.  Entre los restos de ese connato de guerra, apareció un narco mensaje donde se reivindicaba al presunto autor de la masacre: Aureliano Guzmán Loera, El Guano.

Sobre estos hechos, la Fiscalía nada más mencionó brevemente que los hombres asesinados eran de San José del Llano y de otra comunidad cercana, las cuales se encuentran en el corredor hacia La Tuna.

LA JORNADA DE LIBERACIÓN

Cuando el escándalo del levantón masivo escaló a nivel nacional e internacional, entonces el gobernador Rubén Rocha Moya comenzó a informar los avances del caso a través de sus redes sociales y mediante videos. Parecían que sus semaneras, donde ataca a la prensa, quedaron atrás y se amuralló en su despacho del Tercer Piso de Palacio de Gobierno e incluso hasta se le vio llegar en helicóptero al recinto.

El sábado temprano, Rocha –y no la fiscal Sara Bruna– informó que comenzó la liberación de familias, un primer grupo de 15 personas fueron encontradas esa madrugada afuera de un Oxxo de Barrancos.

Posteriormente el número de personas liberadas se fue incrementando (liberadas, no rescatadas de la delincuencia). Conforme avanzó el sábado, la cúpula del Cártel de Sinaloa parecía tranquilizar la sicosis que surgió en la sociedad culiacanense, pues durante la tarde del viernes se reportó el cierre de algunos negocios y un estado de alerta en general, con helicópteros sobrevolando la capital.

Se había anunciado también el ingreso de 600 efectivos militares, con Fuerzas Especiales pertrechadas con equipos de guerra y con helicópteros, sin embargo, a diferencia de otros episodios, no se vio el desfile militar en la ciudad.

Fue el sábado por la noche cuando la narrativa comenzó a cambiar, ya para entonces habían regresado a 42 personas plagiadas, Culiacán no fue cercado por las fuerzas armadas ni se desataron más hechos de violencia. Todo hacía indicar que el resto de los retenidos serían liberados, más por una decisión de la cúpula del cártel, que por trabajos de la autoridad.

BALACERA EN LA LIMA

En medio de la incertidumbre presente, durante la madrugada del domingo 24 de marzo, un grupo de guardias nacionales patrullaban por el malecón nuevo, en la colonia La Lima, cerca de la Isla Musala, cuando se toparon con un grupo armado que cargaba gasolina en una estación de servicio.

En un video se observa cómo primero llega a cargar una camioneta azul y posteriormente una negra, por el bulevar se ven vehículos que pasan y en un instante llegan los guardias nacionales, disparan contra los ocupantes de las unidades, meten reversa, disparan contra los elementos, mientras algunos se desploman. El empleado de la gasolinera también se desploma y se arrastra junto con al menos dos efectivos, uno de ellos queda inmóvil.

El saldo de este enfrentamiento poslevantón masivo fue de un guardia nacional muerto, otro más herido y un joven empecherado detenido. No se confirmó si el empleado resultó lesionado. Lo que sí es que, tras los hechos, el Ejército y la GN bloquearon el bulevar durante cerca de 30 horas, mientras a unos metros de distancia, los punteros vigilaban los movimientos del personal militar.

EL CAMBIO DE NARRATIVA

Mientras que el lunes las autoridades confirmaban que ocho personas seguían plagiadas, aunque el subsecretario de Seguridad, Leoncio Pedro García Alatorre, declaró a los medios que contaban con información de que liberarían a las que continuaban secuestradas, como si tuvieran una línea de comunicación con los delincuentes.

El martes al amanecer, Culiacán apareció con por lo menos ocho narco mantas, donde los líderes del cártel pretendían imponer la narrativa de que la ola de levantones de familias, no es el inicio de una guerra, sino una advertencia contra los ladrones y extorsionadores:

“No hay guerra en Sinaloa, esto les va a pasar a todos los rateros de Sinaloa Para que sientan lo que sienten las familias cuando se meten a robarle sus casas a invadir su privacidad. Aquí no se permite el robo, secuestro, extorsión, ni cobro de piso. Ya saben cuáles son los principios de la organización, ténganlo claro. Familiares de personas que anden en esos delitos. Evite pasar un mal rato. Y denuncien en cualquier acto de esta índole. ATTE: IAG”.

En otro cartelón colocaron las fotografías de dos supuestos trabajadores de la Fiscalía estatal y de la FGR, marcados como cabecillas de robo a casa habitación, así como otros dos sujetos no identificados.

Casi a la par de esta nueva jornada criminal, el gobernador Rubén Rocha Moya subió un video a sus redes sociales, tratando de imponer su narrativa: “Sinaloa es un lugar tranquilo”, dijo, al tiempo que invitó a las familias a divertirse en estas vacaciones de semana santa, como si se tratara de un chiste siniestro.